El SELLO QUE PROVOCO UN CRIMEN
El correo norteamericano acaba de rendir un merecido homenaje a varios sellos que figuran entre las gemas más preciadas de la filatelia mundial; los popularmente conocidos entre los aficionados como los " misioneros de Hawai". Unos sellos rústicos, de diseño primitivo, que nacieron en el archipiélago de Hawai hace 150 años, mucho antes de que fuera anexionado por los Estados Unidos. Para conmemorar tan longeva existencia, el servicio postal estadounidense ha emitido una hojita bloque que reproduce los cuatro sellos tipo de esta emisión, más el famoso " sobre Dawson", dirigido a Nueva York, único que se conoce franqueado con dos ejemplares de la misma, además de otros dos sellos norteamericanos de 3 centavos con la efigie de George Washington.
Aparte de su rareza filatélica, ya que sólo han llegado hasta nosotros 28 sobres franqueados con los famosos "misioneros" y pocas decenas de ejemplares sueltos, estos míticos sellos reúnen todos los ingredientes necesarios para convertirlos en auténticas leyendas de la filatelia mundial. Y las anécdotas e historias que los rodean han estimulado aún más, si cabe, la imaginación de varias generaciones de coleccionistas
El sobrenombre de estos sellos se debe al celo evangelizador norteamericano del siglo XIX en el Pacífico, ya que la mayoría de los ejemplares que han sobrevivido proceden de la correspondencia dirigida por misioneros protestantes norteamericanos allí residentes a sus familiares y amigos. Dos de los sellos, de 2 y 5 centavos, se emitieron en octubre de 1851, y el otro, de 13 centavos, en abril siguiente. Los tres se imprimieron en los talleres del periódico The Polynesian, de Honolulu, capital del archipiélago. Muestran tan sólo la leyenda "Hawaian Postage", la cifra de su valor y una orla, todo ello elaborado tipográficamente. Su rudimentaria composición y su estampación en un color azul metálico, nos hacen evocar lo remoto de su origen, tanto en el tiempo como en el espacio. Los sellos estuvieron en uso durante cinco años antes de que se agotaran las existencias. Sus distintos valores faciales respondían a sus diferentes cometidos. El de 2 centavos se destinaba al correo entre las islas y la tarifa de periódicos e impresos, pero se empleó también para pagar el canon normal que se satisfacía al capitán del barco por cada carta transportada a bordo. El de 5 centavos, pagaba la tarifa de la correspondencia destinada a otros países. El de 13 centavos incluía la tarifa interior al archipiélago ( 5 centavos ), el canon del capitán ( 2 centavos ) y la tarifa intercontinental a la costa occidental de Estados Unidos ( 6 centavos ). El sello de 13 centavos se reimprimió y en la segunda versión la leyenda "Hawaiian Postage" se sustituyó por H.I.& U.S. Postage" para identificar claramente la tarifa pagada por él. Los misioneros se imprimieron en papel muy fino y a su fragilidad hay que atribuir su escasa supervivencia y consiguiente rareza. La comunidad filatélica internacional tuvo conocimiento de estos sellos al descubrirse en 1864 una vieja carta de Hawai en la "Casa de las Misiones Extranjeras" de Boston. El de 2 centavos es sin duda el más raro: la biblioteca británica conserva tan sólo dos ejemplares usados.
MÚLTIPLES ANÉCDOTAS.
También se asocian estos sellos con un famoso asesinato. Gaston Leroux, un acaudalado hombre de negocios parisino, fue hallado muerto con violencia en su casa en 1892. La policía estaba desorientada, pues no pudo encontrar ningún móvil para el asesinato: nadie había sustraído las joyas, el oro o las grandes sumas de dinero que guardaba en su mansión. Pero un detective encargado del caso, que era filatelista, descubrió que la victima tenía una valiosa colección de sellos y observó la falta de un ejemplar de 2 centavos de Hawai color azul. Pronto averiguó que un amigo de Leroux, un tal Hector Giroux, era coleccionista de sellos. Se ganó su confianza y pudo comprobar que éste también poseía sellos de Hawai, entre ellos un ejemplar de 2 centavos. Hábilmente interrogado, Giroux acabó confesando que su ambición incontrolable de poseer este sello le indujo a matar a Leroux, tras negarse éste repetidamente a vendérselo. Pagó su delito con la horca. La veracidad de la historia, recogida en numerosos libros y publicaciones filatélicas, es todavía motivo de polémica al cabo de más de una siglo. Pero formará siempre parte de la leyenda de estos sellos.
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